-En fin, lo que te cuento querida, muy fuerte en la pelu, ¿pues no quería aquel gilipollas lavarme la cabeza con champú de extracto de seda cuando TODO el mundo sabe que sólo acepto la esencia de cachemir y después una mascarilla de sales del Mar Muerto ese?
-No me lo puedo creer… – dijo Mara Tacón con total escándalo reflejado en su rostro semi-oculto por las enormes gafas de sol.
-Casi sufro un ataque de ansiedad. – espetó Marchúlico después de darle un sorbo a su mini Moët Chandon Rosé.
-Ya pasó cari, ya pasó… ¡Cuánto desalmado hay por el mundo!
-No me lo puedo creer… – dijo Mara Tacón con total escándalo reflejado en su rostro semi-oculto por las enormes gafas de sol.
-Casi sufro un ataque de ansiedad. – espetó Marchúlico después de darle un sorbo a su mini Moët Chandon Rosé.
-Ya pasó cari, ya pasó… ¡Cuánto desalmado hay por el mundo!
Marchúlico asintió y se acomodó en su chaise-longue favorita junto a Mara Tacón, la única que le comprendía.
-¡Ay! ¡Qué haría yo sin ti! ¿Quién me daría mi Valium con champán?
-Ea, ea… venga, vamos a hacer algo así como súper divertido para que te animes.
Estaba a punto de echarse a llorar cuando Mara Tacón dio un salto mortal con doble tirabuzón y cayó a la perfección dentro de sus tacones de Cavalli.
-O sea, no, no y no. Te lo prohíbo totalmente. ¡No ves que se te corre el rímel y tendrás que volverte a maquillar!!
Marchúlico no tuvo más remedio que echarse a reír y tragando su cuarto Valium con el último trago de champán y preguntándole con la mirada.
Mara Tacón salió disparada de la terraza con vistas al mar de su fabulosa, increíble, majestuosa, enorme y lujosa mansión. Sólo se oyó su risa y la cola de 2 metros de plumas de su bata de estar por casa desapareció en la lejanía del salón. 10 minutos después:
-Pero bueno, te vas, me dejas solo, triste… compungido… preguntándome si te habrás ido para siempre… al borde de la depresión, con la palabra en la boca y… ¿y ni siquiera me traes un Martini?
-Pues claro, lo que te he traído es un Cosmpolitan recién hecho. ¿Sabes lo que eso significa?
Silencio y cara de póker en Marsónico.
-¡PRÁXEEEEEDEEEEEEEEEEEES!!... ¡Qué emoción nena! Por favor cómo se me ha podido olvidar… ¡PRAXEDEEEEEEEEEEEEEES!!... Ni me había dado cuenta, súper brutal… ¡PRÁ-XE-DES, DÓNDE COÑO ESTÁS!! – Marsónico daba saltos sobre la chaise-longue… siempre después de haberse bebido de un trago el cóctel… obviamente.
Práxedes ya venía cargado con un montón de cajas y bolsas.
-Efectivamente – dijo Mara Tacón mientras se ahuecaba el cardado – vamos a poner el árbol de navidad. Que te encanta y entusiasma, losé... lo sabes… lo sabemos.
Como locos, empezaron abriendo todas y cada una de las cajas y bolsas que Práxedes, el paciente y hacendoso mayordomo que llevaba con ellos desde que Marchúlico se puso su primera inyección de bottox a sus tiernos 12 años. Se limitaba a dejarlos hacer hasta que le tocara recoger de nuevo lo que no hubieran querido usar ese año. Y es que además, interiormente se moría de la risa cuando cada año hacían el mismo numerito del “Santa baby” a modo de zorrones con las bolas del árbol a modo de pendientes, las guirnaldas como una boa y los bastones de rayas se convertían en micrófonos.
Ese año el salón se convirtió en una brutal, cegadora y brillante explosión de objetos bañados en purpurina rosa. Práxedes pensó que cada año iban acercándose poco a poco a lo más tradicional… teniendo en cuenta que la navidad pasada, al poner el belén, la virgen María era una muñeca de Cher con aquel traje transparente que llevó al ganar el Oscar por “Hechizo de luna”, San José era una fiel reproducción de Ryan Philippe que vestía tan sólo un pequeño y ajustado bañador Speedo, el niño Jesús era el hijo de Gwen Stefani, en una cuna Gucci último modelo, al cual consideraban el bebé más cool de la historia.. Para rematar, totalmente borrachos como estaban, estos dos aún no concebían cómo Práxedes se había escandalizado tanto porque el belén estaba en la boca abierta de un enorme y dorado dragón traído expresamente de Pekín. ¿Acaso no podían celebrar la navidad y el año chino al mismo tiempo?
-Práxedes ya hemos acabado, ya puedes recoger – chilló Mara Tacón dejándose caer en un sofá, Cosmopolitan en mano.
-¿Cómo que ya hemos acabado? Si falta lo más importante.
-Es verdaaaaaaaaaaaaaad…
-¿Procedemos? – preguntó Marchúlico
-¡Procedamos!
Práxedes se estaba preparando para alucinar.
-Todo el mundo está esperando que coloquemos nuestro tradicional cartel de felicitación, ya tú lo sabes perfectamente Práxedes…- empezó Marchúlico.
- ... porque eres tú quien hace la presentación ante toda la gente que nos adora - concluyó Mara Tacón.
Mientras se meaban de la risa enrollaban un cartelón gigantesco de color fucsia y Práxedes iba llamando a todo el vecindario. ¡Cómo les gustaba un estrellato y una crítica de envidia!
En un rato empezaron a llegar coches de lujo que albergaban a lo más florido de la urbanización de lujo en la que vivían y a la mayoría de periodistas del corazón que cubrían el acontecimiento en riguroso directo. Práxedes hizo la presentación y antes de desplegar el cartel, el pobre mayordomo ya se quería morir de la vergüenza. ¡Cómo les gustaba hacerle rabiar!
Iban con minúsculos bikinis de Santa Claus que tapaban lo justo, contoneándose al ritmo de un megamix de villancicos y se prepararon para desplegar la felicitación navideña. Felicitación que les tapaba el cuerpo y mientras tiraban sus micro-bikinis a la masa, que gritaba enfervorecida, se podía leer:
Texto: Mara Jade
Ilustraciones: Marsónico
Mientras se meaban de la risa enrollaban un cartelón gigantesco de color fucsia y Práxedes iba llamando a todo el vecindario. ¡Cómo les gustaba un estrellato y una crítica de envidia!
En un rato empezaron a llegar coches de lujo que albergaban a lo más florido de la urbanización de lujo en la que vivían y a la mayoría de periodistas del corazón que cubrían el acontecimiento en riguroso directo. Práxedes hizo la presentación y antes de desplegar el cartel, el pobre mayordomo ya se quería morir de la vergüenza. ¡Cómo les gustaba hacerle rabiar!
Iban con minúsculos bikinis de Santa Claus que tapaban lo justo, contoneándose al ritmo de un megamix de villancicos y se prepararon para desplegar la felicitación navideña. Felicitación que les tapaba el cuerpo y mientras tiraban sus micro-bikinis a la masa, que gritaba enfervorecida, se podía leer:
Texto: Mara Jade
Ilustraciones: Marsónico