-¡Que nos ha tocado! – dijo Mara Tacón totalmente entusiasmada, extasiada, petrificada y un montón de cosas que acaban en –ada.
-¿Qué nos ha tocado?... ¿El qué? – respondió Marchúlico despertando de su enésima resaca vespertina.
Y Mara no hacía más que dar saltos de alegría sobre sus tacones de andar por casa con pompón de plumas rosas incluído.
-¡Pues qué va ser bobo! ¡La estancia en el resort más lujoso que te puedas imaginar en el lugar más corrupto del país!
-¿En serio? ¿Ha funcionado lo de enviar los 37 códigos de barras con sus correspondientes tickets de compra y tu sujetador favorito? – preguntó Marchúlico con los ojos como platos.
-Efectivamente querido, nuestras plegarias a la virgen del bolso Birkin han sido atendidas.
-¡Ay por favor nena qué ilusión! Voy corriendo a decirle a los mayordomos que nos hagan los baúles.
-Eso, eso… Yo avisaré a todos nuestros conocidos de tal evento para que se mueran de envidia.
A primerísima hora del día siguiente se encontraban recién llegados a la recepción del hotel más fastuoso, lujoso, maravilloso y fabuloso del lugar más corrupto del país: Marbella. Los dos ataviados con sus mejores ropas de “recepción de hotel caro” se dirigieron hacia el mostrador para dar a conocer su llegada.
-¿Qué nos ha tocado?... ¿El qué? – respondió Marchúlico despertando de su enésima resaca vespertina.
Y Mara no hacía más que dar saltos de alegría sobre sus tacones de andar por casa con pompón de plumas rosas incluído.
-¡Pues qué va ser bobo! ¡La estancia en el resort más lujoso que te puedas imaginar en el lugar más corrupto del país!
-¿En serio? ¿Ha funcionado lo de enviar los 37 códigos de barras con sus correspondientes tickets de compra y tu sujetador favorito? – preguntó Marchúlico con los ojos como platos.
-Efectivamente querido, nuestras plegarias a la virgen del bolso Birkin han sido atendidas.
-¡Ay por favor nena qué ilusión! Voy corriendo a decirle a los mayordomos que nos hagan los baúles.
-Eso, eso… Yo avisaré a todos nuestros conocidos de tal evento para que se mueran de envidia.
A primerísima hora del día siguiente se encontraban recién llegados a la recepción del hotel más fastuoso, lujoso, maravilloso y fabuloso del lugar más corrupto del país: Marbella. Los dos ataviados con sus mejores ropas de “recepción de hotel caro” se dirigieron hacia el mostrador para dar a conocer su llegada.
-¡Holaaaaaaaaaaaaa, ya hemos llegado! Somos Mara Tacón, ella… qué divina, ¿verdad?... y yo, Marchúlico, igual de divino.
-Oh sí, estábamos esperándolos. Por favor, firmen el registro, en seguida les llevarán el equipaje a la Suite Presidencial.
En ese momento se oye un grito ahogado al más puro estilo Chiquito de la Calzada... Mara Tacón estaba pálida, se le ha caído al suelo su enorme bolso Gucci, la pamela de metro y medio de diámetro y… casi el tanga de La Perla.
Se acerca al mostrador, le pone la mano en el hombro a Marchúlico y con una sonrisa le hace a un lado. Marchúlico se aparta y se coloca para ver el plano.
-¿Perrrrrrdone? ¿La Suite Presidencial? – de su bolso, que le han alcanzado previamente, saca una caja de cartón - ¿Se da usted cuenta de que mi querido Marchúlico y yo nos hemos estado alimentando los últimos 6 meses de estos putos cereales, los Kespeciales? – que como todo el mundo sabe son los genéricos de los genéricos de los cereales más caros y Light del MercZorra – Ya me está usted dando la Suite Sideral o le armo un pollo que lo de la bomba atómica parecerá una broma con petardos.
Tal fue el poder de convicción (y el temor al pollo) que los dos fueron dirigidos por el mismísmo director del establecimiento hacia la Suite Sideral seguidos por una legión de botones llevando los 23 baúles, 4 sombreras y 12 neceseres.
Ni qué decir tiene que a la hora ya estaban cómodamente instalados en la magnífica piscina de ozono del resort más lujoso de toda Marbella. Por supuesto, perfectamente ataviados.
Mara Tacón llevaba el bañador de leopardo con el escote más vertiginoso que os podáis imaginar. Por supuesto unos buenos tacones de color fucsia, a conjunto con las uñas, que combinan perfectamente, y unos cuantos complementos sencillos como: unos pendientes de oro, un collar de oro y varias pulseras en cada muñeca de oro.
Como no podía ser de otra manera, Marchúlico, había decidido ponerse su bañador tipo short más short que tenía, en lentejuelas azul turquesa. ¿Camiseta? ¿Para qué? ¡Eso deja marcas! Complementaba el conjunto con un fantástico sombrero de paja con el hala deshecho y unas fabulosas sandalias de 12 cm de tacón de glitter naranja.
Los dos con el maquillaje más ideal para ir a la piscina, porque es fundamental, todo el mundo lo sabe.
A la hora ya estaban borrachos… otra vez… como cubas, así que como los camareros tardaban mucho en traerles sus Mangaroca con batido de chocolate en copa mega balón (porque habían decidido que esa era la bebida más indicada a esa hora de la mañana), Marchúlico hizo equilibrios sobre sus tacones para… irse a la licorería más cercana a traer provisiones.
Mara Tacón aprovechó para llamar por su smartphone cubierto de cristales Swarovski a todos los conocidos para contarles, a voz en grito, lo fantásticos y maravillosos que ellos mismos seguían siendo y lo espectacular del lugar. Tres cuartos de hora después, llegó Marchúlico con bolsas de plástico con varias botellas para preparar la bebida del momento.
A todo esto, el resto de asistentes a la piscina estaban súper escandalizados, pero nadie se movía de allí. Les encantaba cotillear. Y a Marchúlico y Mara Tacón les encantaba que cotillearan sobre ellos, por supuesto. Mucho más cuando Mara Tacón se quitó su otra estupenda pamela de flores amarillas y vieron que debajo de ella había un cardado que ni Amy Winehouse y Peg Bundy juntas.
Una hora más y ya estaban con el último copazo de las provisiones, así que decidieron darse un chapuzón.
Apoyándose el uno en el otro, como podían y sobre tacones, no lo olvidemos, llegaron al borde de la piscina. Y siempre con la copa mega balón llena de Mangaroca y batido de chocolate en la mano.
Lograron quitarse los tacones y se metieron en el agua. Copa en mano, recordadlo para siempre. No lo volveré a repetir.
Empezaron a salpicarse con el agua y a chapotear hasta que llegó el momento de las ahogadillas. ¡Qué momentazo! Sólo se veían las manos con las copas fuera… y el cardado de Mara Tacón. El sombrero de paja de Marchúlico hacía un buen rato que ya flotaba por el agua.
Cuando de repente ocurre lo peor. Lo más horrible.
Se miran el uno al otro a la cara y chillaron como sólo la típica chica de la típica película de miedo puede hacer cuando está apunto de ser típicamente asesinada por el típico asesino en serie.
¡Se olvidaron de ponerse maquillaje waterproof y ahora parecían osos panda!
Antes de salir despavoridos de la piscina, Marchúlico le colocó el escote a Mara Tacón porque casi se el sale una teta, apuraron las copas y directamente subieron al tocador de su Suite Sideral… chillando.
Una vez resuelto el problema del maquillaje, se dieron cuenta de que se habían maquillado tan bien que exigía un cambio de vestuario. Así que para esta ocasión eligieron sendos bikinis, Marchúlico en verde pistacho y Mara Tacón en rojo pasión.
El calzado eran unas simples sandalias romanas anudadas hasta las rodillas… con 10 cm de tacón, Marchúlico de azul eléctrico y Mara Tacón en blanco nuclear. Y con las mismas se encaminaron de nuevo a la piscina, donde ya habían recogido todas las copas vacías que había alrededor de las hamacas de estos dos.
Una vez acomodados y todo su público cuchicheando descaradamente sobre sus personas, los dos se miraron y Marchúlico llamó al camarero, que estaba en la otra punta del recinto:
-¡Garssssssssssssón! ¡Pónganos algo de bebeeeeeeeeeeer!
El camarero, que ya hasta le hacían gracia estos dos, les dio la carta del bar. Mara Tacón sacó su pintalabios de su generoso canalillo y empezó a marcar todos los cócteles alcohólicos.
-Dos de cada por cabeza. Gracias majo.
Mientras tanto Marchúlico sacó el radiocassette última generación imitando a los antiguos de los 80.
-Nena, necesitamos música, que ya estoy hasta el coño de la música clásica. Me da dolor de cabeza.
-Estoy de acuerdo, nene. Dale al play a ver qué sale.
En cuanto sonaron los primeros acordes del “Don’t cha” de las PSD los dos saltaron de sus hamacas y empezaron a bailar como si estuvieran en el local de striptease más bizarro que puedas imaginarte. Para el estribillo Marchúlico ya se había quitado la parte de arriba del bikini y mostraba orgulloso sus tapapezones en forma de estrella. Mara Tacón, que vio el cielo abierto, hizo lo propio mostrando los suyos, que acababan en unos flecos que hacía girar como si fueran hélices.
De camino venían 5 camareros con las bandejas llenas de las bebidas demandadas por este par de borrachos. Y allí se quedaron porque ya estaban hartos de tanto cliente estirado.
Lo que no sabían, mientras bailaban sobre las hamacas que agujereaban con sus tacones, es que la más rancia de las clientas había llamado a la policía. De pronto se oyeron helicópteros sobrevolar la piscina y empezaron a llover del cielo una marabunta de Geo.
Esta señora tan estirada, no sabía que estos Geo, en su tiempo libre, se dedicaban a hacer espectáculos de drag queen. Así que imaginaos la que se formó. El dúo borracheras, los camareros y los Geo.
Pero Marchúlico y Mara Tacón, ambos dos, que les va más el morbo que las medias de rejilla, pidieron que por favor les esposaran y se los llevaran de allí a la comisaría para continuar la juerga.
-¡De verdad, cari, que viva la corrupción! – dijo Mara Tacón.
-Y que lo digas… me pido a aquel Geo de allí con esa gorra del revés. – afirmó Marchúlico.
-¡Uy qué mono! Pues yo me quedo con aquel camarero con la camisa rasgada y ese de allí… que no sé que es pero por la forma en la que maneja esa porra…
Texto: Mara Jade
Ilustraciones: Marsónico
-Oh sí, estábamos esperándolos. Por favor, firmen el registro, en seguida les llevarán el equipaje a la Suite Presidencial.
En ese momento se oye un grito ahogado al más puro estilo Chiquito de la Calzada... Mara Tacón estaba pálida, se le ha caído al suelo su enorme bolso Gucci, la pamela de metro y medio de diámetro y… casi el tanga de La Perla.
Se acerca al mostrador, le pone la mano en el hombro a Marchúlico y con una sonrisa le hace a un lado. Marchúlico se aparta y se coloca para ver el plano.
-¿Perrrrrrdone? ¿La Suite Presidencial? – de su bolso, que le han alcanzado previamente, saca una caja de cartón - ¿Se da usted cuenta de que mi querido Marchúlico y yo nos hemos estado alimentando los últimos 6 meses de estos putos cereales, los Kespeciales? – que como todo el mundo sabe son los genéricos de los genéricos de los cereales más caros y Light del MercZorra – Ya me está usted dando la Suite Sideral o le armo un pollo que lo de la bomba atómica parecerá una broma con petardos.
Tal fue el poder de convicción (y el temor al pollo) que los dos fueron dirigidos por el mismísmo director del establecimiento hacia la Suite Sideral seguidos por una legión de botones llevando los 23 baúles, 4 sombreras y 12 neceseres.
Ni qué decir tiene que a la hora ya estaban cómodamente instalados en la magnífica piscina de ozono del resort más lujoso de toda Marbella. Por supuesto, perfectamente ataviados.
Mara Tacón llevaba el bañador de leopardo con el escote más vertiginoso que os podáis imaginar. Por supuesto unos buenos tacones de color fucsia, a conjunto con las uñas, que combinan perfectamente, y unos cuantos complementos sencillos como: unos pendientes de oro, un collar de oro y varias pulseras en cada muñeca de oro.
Como no podía ser de otra manera, Marchúlico, había decidido ponerse su bañador tipo short más short que tenía, en lentejuelas azul turquesa. ¿Camiseta? ¿Para qué? ¡Eso deja marcas! Complementaba el conjunto con un fantástico sombrero de paja con el hala deshecho y unas fabulosas sandalias de 12 cm de tacón de glitter naranja.
Los dos con el maquillaje más ideal para ir a la piscina, porque es fundamental, todo el mundo lo sabe.
A la hora ya estaban borrachos… otra vez… como cubas, así que como los camareros tardaban mucho en traerles sus Mangaroca con batido de chocolate en copa mega balón (porque habían decidido que esa era la bebida más indicada a esa hora de la mañana), Marchúlico hizo equilibrios sobre sus tacones para… irse a la licorería más cercana a traer provisiones.
Mara Tacón aprovechó para llamar por su smartphone cubierto de cristales Swarovski a todos los conocidos para contarles, a voz en grito, lo fantásticos y maravillosos que ellos mismos seguían siendo y lo espectacular del lugar. Tres cuartos de hora después, llegó Marchúlico con bolsas de plástico con varias botellas para preparar la bebida del momento.
A todo esto, el resto de asistentes a la piscina estaban súper escandalizados, pero nadie se movía de allí. Les encantaba cotillear. Y a Marchúlico y Mara Tacón les encantaba que cotillearan sobre ellos, por supuesto. Mucho más cuando Mara Tacón se quitó su otra estupenda pamela de flores amarillas y vieron que debajo de ella había un cardado que ni Amy Winehouse y Peg Bundy juntas.
Una hora más y ya estaban con el último copazo de las provisiones, así que decidieron darse un chapuzón.
Apoyándose el uno en el otro, como podían y sobre tacones, no lo olvidemos, llegaron al borde de la piscina. Y siempre con la copa mega balón llena de Mangaroca y batido de chocolate en la mano.
Lograron quitarse los tacones y se metieron en el agua. Copa en mano, recordadlo para siempre. No lo volveré a repetir.
Empezaron a salpicarse con el agua y a chapotear hasta que llegó el momento de las ahogadillas. ¡Qué momentazo! Sólo se veían las manos con las copas fuera… y el cardado de Mara Tacón. El sombrero de paja de Marchúlico hacía un buen rato que ya flotaba por el agua.
Cuando de repente ocurre lo peor. Lo más horrible.
Se miran el uno al otro a la cara y chillaron como sólo la típica chica de la típica película de miedo puede hacer cuando está apunto de ser típicamente asesinada por el típico asesino en serie.
¡Se olvidaron de ponerse maquillaje waterproof y ahora parecían osos panda!
Antes de salir despavoridos de la piscina, Marchúlico le colocó el escote a Mara Tacón porque casi se el sale una teta, apuraron las copas y directamente subieron al tocador de su Suite Sideral… chillando.
Una vez resuelto el problema del maquillaje, se dieron cuenta de que se habían maquillado tan bien que exigía un cambio de vestuario. Así que para esta ocasión eligieron sendos bikinis, Marchúlico en verde pistacho y Mara Tacón en rojo pasión.
El calzado eran unas simples sandalias romanas anudadas hasta las rodillas… con 10 cm de tacón, Marchúlico de azul eléctrico y Mara Tacón en blanco nuclear. Y con las mismas se encaminaron de nuevo a la piscina, donde ya habían recogido todas las copas vacías que había alrededor de las hamacas de estos dos.
Una vez acomodados y todo su público cuchicheando descaradamente sobre sus personas, los dos se miraron y Marchúlico llamó al camarero, que estaba en la otra punta del recinto:
-¡Garssssssssssssón! ¡Pónganos algo de bebeeeeeeeeeeer!
El camarero, que ya hasta le hacían gracia estos dos, les dio la carta del bar. Mara Tacón sacó su pintalabios de su generoso canalillo y empezó a marcar todos los cócteles alcohólicos.
-Dos de cada por cabeza. Gracias majo.
Mientras tanto Marchúlico sacó el radiocassette última generación imitando a los antiguos de los 80.
-Nena, necesitamos música, que ya estoy hasta el coño de la música clásica. Me da dolor de cabeza.
-Estoy de acuerdo, nene. Dale al play a ver qué sale.
En cuanto sonaron los primeros acordes del “Don’t cha” de las PSD los dos saltaron de sus hamacas y empezaron a bailar como si estuvieran en el local de striptease más bizarro que puedas imaginarte. Para el estribillo Marchúlico ya se había quitado la parte de arriba del bikini y mostraba orgulloso sus tapapezones en forma de estrella. Mara Tacón, que vio el cielo abierto, hizo lo propio mostrando los suyos, que acababan en unos flecos que hacía girar como si fueran hélices.
De camino venían 5 camareros con las bandejas llenas de las bebidas demandadas por este par de borrachos. Y allí se quedaron porque ya estaban hartos de tanto cliente estirado.
Lo que no sabían, mientras bailaban sobre las hamacas que agujereaban con sus tacones, es que la más rancia de las clientas había llamado a la policía. De pronto se oyeron helicópteros sobrevolar la piscina y empezaron a llover del cielo una marabunta de Geo.
Esta señora tan estirada, no sabía que estos Geo, en su tiempo libre, se dedicaban a hacer espectáculos de drag queen. Así que imaginaos la que se formó. El dúo borracheras, los camareros y los Geo.
Pero Marchúlico y Mara Tacón, ambos dos, que les va más el morbo que las medias de rejilla, pidieron que por favor les esposaran y se los llevaran de allí a la comisaría para continuar la juerga.
-¡De verdad, cari, que viva la corrupción! – dijo Mara Tacón.
-Y que lo digas… me pido a aquel Geo de allí con esa gorra del revés. – afirmó Marchúlico.
-¡Uy qué mono! Pues yo me quedo con aquel camarero con la camisa rasgada y ese de allí… que no sé que es pero por la forma en la que maneja esa porra…
Texto: Mara Jade
Ilustraciones: Marsónico